martes, 20 de enero de 2009

Decidirse o no decidirse ... esa es la cuestión.



Cada día que pasa en nuestro crecimiento tenemos más y más cosas a nuestro al rededor. Cosas sobre las cuales hay que hacer una elección, tomar una decisión. Desde que empieza la mañana tienes que decidir que ropa ponerte y, no solo tienes cada vez más ropa, si no que, además, también crecen los condicionantes que harán que decidas por una prenda u otra. Tienes que decidir que estudiar, donde intentar trabajar (en esto la última decisión no la tienes tu :P), que perro comprar y un largo etcétera de decisiones a largo plazo. Y luego están las pequeñas decisiones a corto plazo en las relaciones interpersonales y con los objetos de tu alrededor. Tienes que decidir donde dejar tu chaqueta en la oficina, donde dejar el agua, cuanto agua comprar, cuantas collejas le das a tu compañero para que las note pero tampoco le sienten mal, cuando dar un consejo, un abrazo, un grito... 

La vida te pone delante uno o varios caminos que elegir y debes tomar la decisión. Puedes aplazarla dependiendo de cada situación, pero tarde o temprano tendrás que decidir. Además las decisiones cogen carrerilla y a veces cuando vuelven te pegan fuerte de pleno en la cara de forma que, si no lo tenías previsto ... se te ha hecho tarde y es más que probable que el tren haya pasado. Otro capítulo será como afrontar esas decisiones... porque una decisión a medias solo puede llevarte hasta mitad del camino!

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